30.3.08

OBJETIVOS DE UN PARO PATRONAL

por Carlos O. Suárez

“ Las izquierdas comparten con el liberalismo
y el nacionalismo de minorías el hábito
mental de conceptuar conceptos, en lugar de
conceptuar los hechos y la historia de la
realidad argentina “

Rodolfo Puiggrós

“ Todos los pensadores de Nuestra América
se han educado en una escuela europea. No
se siente en su obra el espíritu de la raza.
La producción del intelectual del
continente carece de rasgos propios.


José Carlos Mariátegui


ADVERTENCIA NECESARIA

El paro patronal de las entidades agropecuarias ha provocado un intenso debate en la sociedad argentina, arrojando a la superficie una serie de contradicciones políticas y sociales soterradas en el último medio siglo. Los fantasmas de 1955 y 1976 reaparecieron bajo nuevas formas, e incluso con modalidades adecuadas al gigantesco avance mediático que sobrelleva la humanidad. En este caso los activistas agrarios, mayoritariamente pertenecientes a organizaciones de pequeños y medianos productores, sirvieron de pantalla a los sectores oligárquicos que, indisolublemente unidos a los multimedios y a ciertos dirigentes de partidos absolutamente alejados de los intereses populares ( Carrió, Macri, etc.) , impulsaron objetivamente acciones golpistas. Porque más allá de las discusiones acerca del nivel de las retenciones a la producción de soja y otros cultivos, volvieron a escucharse en las calles de Buenos Aires y otros lugares del país los
mensajes gorilas y racistas que en 1955 se escudaron en la “defensa de la religión católica”, en 1976 respecto al “avance subversivo” , e invariablemente en el inconcluso debate entre quienes luchan por una Argentina Justa, Libre y Soberana, enfrentados a los añorantes del neoliberalismo dependiente de los dictados imperiales.

No resulta entonces arbitrario que encabecemos este artículo con las definiciones de Puiggrós y Mariátegui, ya que más allá de la previsible campaña de los sectores oligárquicos también se escucharon voces de “izquierda” privilegiando la caracterización del gobierno por encima del análisis de la realidad concreta. Por consiguiente, ese empecinamiento en “conceptuar conceptos”, desdeñando la consideración del trasfondo de hechos que se inscriben en el despliegue de la “guerra de baja intensidad” en América Latina, conduce nuevamente a muchas organizaciones y dirigentes autotitulados de izquierda a sumarse al campo de la reacción vernácula e internacional. Las excusas y pretextos son numerosos y variados, sin que falten las clásicas citas de los precursores del marxismo, aunque en definitiva otra vez “ de buenas intenciones esté empedrado el camino del infierno”.

Son destacables las evaluaciones de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA),
del Partido Comunista y de los compañeros Claudio Fernández y Bernardo Alberte, quienes , más allá de coincidencias o discrepancias, tuvieron la lucidez de distinguir “sonidos” de “intención”. En definitiva, de lo que aquí se trata es de no caer en la trampa campera de los gritos del tero, máxime cuando la Sociedad Rural y sus sirvientes de la prensa y las organizaciones partidarias pegan el grito en un lado y ponen los huevos de la serpiente en el otro.

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El Paro Patronal de organizaciones agrarias se proyectó hacia objetivos políticos inconfesables, aunque la experiencia histórica argentina nos sitúa frente a una realidad invariable: LOS GRANDES TERRATENIENTES, CIERTOS NÚCLEOS DE PEQUEÑOS Y MEDIANOS PROPIETARIOS, JUNTO A SUS VOCEROS PARTIDARIOS Y MEDIÁTICOS, PERSIGUEN EL DETERIORO E INCLUSO EL DERROCAMIENTO DEL GOBIERNO CONSTITUCIONAL DE CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER.

Las motivaciones y excusas manifestadas por los impulsores del lock out son múltiples y variadas, pero el trasfondo apenas disimulado por los grupos movilizados “en defensa del campo” y un conjunto de medios de difusión enrolados en una cruzada antigubernamental, se dirigen a los viejos objetivos golpistas de 1930, 1955 y 1976.

Definidos los campos en disputa resulta indispensable señalar que las retenciones decididas por el gobierno se inscriben en la necesidad nacional de obtener recursos económicos para su redistribución en la sociedad. Los beneficios y subsidios brindados a los productores agropecuarios, sumado a la competitividad que la cotización del dólar ofrece a los exportadores, deben ser reconocidos por quienes tienen costos en moneda nacional y venden a precios internacionales, con las consiguientes ganancias siderales. Sin embargo, la esencia del problema no gira alrededor de las retenciones, los costos o las ganancias, sino que se halla inserto en los planes golpistas que los sectores más reaccionarios llevan a cabo en toda América Latina. Baste recordar al respecto lo sucedido en los últimos tiempos en Bolivia, Venezuela y Ecuador, sin dejar de lado el invariable bloqueo estadounidense a Cuba con finalidades “democratizadoras”.

Es indudable que limitarse a las retenciones a la producción agropecuaria y a un relativo control de precios, resulta positivo pero decididamente insuficiente. Un conjunto de medidas de fondo ( nacionalización del comercio exterior, juntas de carnes y de granos, etc.) representan la urgente tarea para el gobierno de la nación en la presente etapa histórica. Es importante deslindar los intereses de los protagonistas en juego, máxime cuando poco o nada tienen
que ver las situaciones de los pequeños y medianos chacareros con la extraordinaria rentabilidad de los sectores terratenientes que, al mismo tiempo, están asociados con las empresas de transporte, los grandes acopiadores y las transnacionales exportadoras. Si las organizaciones populares no advierten o desestiman esas diferencias y realidades opuestas, recaerán en los ideologismos abstractos que condujeron a partidos y sindicatos de izquierda a servir de masa de maniobra en los golpes de 1930, 1955 y 1976.

Un aspecto fundamental y determinante en el conflicto que vive la República Argentina, está centrado en el rol decididamente golpista de varios multimedios en las últimas semanas. Una suerte de coordinación desinformadora y de incomunicación masiva golpea a los sectores populares, induciendo a la confusión de las grandes mayorías. Quienes hasta hace semanas se rasgaban las vestiduras ante cualquier movilización social o gremial, condenando sin atenuantes a los piquetes y bloqueos de calles o rutas, ahora hablan de “paro patriótico”. Claro está que para esos multimedios la Patria está indisolublemente unida a los intereses imperiales y oligárquicos, motivo por el cual reviven el añejo y falso dilema entre “civilización y barbarie”. De allí que cualquier manifestación popular sea caracterizada de “agresiva” y “autoritaria”, mientras que los bloqueadores y manifestantes manipulados por la propaganda sean “defensores de la libertad”. Tales maniobras y campañas deben activar la reflexión de las organizaciones populares, ya que aun más allá del necesario respaldo al orden constitucional está en juego el retorno a la devastación neoliberal o el avance hacia un proceso de liberación nacional y social.


La “guerra de baja intensidad” que Estados Unidos despliega en América Latina tiene diversas expresiones políticas, económicas, sociales y mediáticas. No son formalmente comparables el Plan Colombia con los paros salvajes en la Media Luna boliviana o el lock out patronal de estos días en Argentina, pero existe un hilo conductor que los unifica en la restauración neocolonial. Los que confunden las formas con los contenidos, asimilando la guerra psicológica de los multimedios con el derecho a expresarse libremente, sirven a los intereses antinacionales. Y es por ello que hoy, sin mediaciones ni subterfugios, nos enfrentamos a los viejos dilemas de Patria o Colonia, Independencia o Vasallaje, Liberación o Dependencia.

Buenos Aires, 28 de marzo de 2008.-

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