27.3.08

Los productores pequeños están desapareciendo mucho antes que las retenciones (artículo extraído y seleccionado)

DATOS CUANTITATIVOS (Censo Nacional Agropecuario 2002)

En la provincia de Córdoba existen 25.620 Explotaciones agropecuarias (EAP), que cubren 12.244.257 has.
Las EAP de hasta 100 has de extensión corresponden al 3% del total de tierras privadas.
El régimen de tenencia se caracteriza de la siguiente manera: 64% propiedad privada, el 17% arrendamiento, el 12% en sucesión.
La superficie implantada en este tipo de extensión alcanza el 60%, siendo el implante por oleaginosas es alrededor del 20% del total de la superficie de las EAP (considerando 1º y 2º ocupación), el 40% se superficie implantada. Aproximadamente el 37% de la superficie implantada es utilizada para forrajes (anuales -21%- o perennes -16%-).
El 3% de las tierras implantadas corresponden a EAP de hasta 100 has. El 9% de hasta 200 has. El 21% a EAP entre 200 y 500 has.

El 70% de las oleaginosas que se producen en Córdoba corresponden a EAP de 500 has. o más (grandes productores), el 21% a EAP de 200 a 500 has. (medianos productores) y el 7% a EAP de 100 a 200 has. Las EAP de menores a 100 has. (pequeños productores) producen el 3% de las oleaginosas de la provincia.

El 72% de la superficie implantada de oleaginosas se realiza en los departamentos de: Marcos Juarez (14%); Río Cuarto (13%); Unión (11%); Río Segundo (9%); Juarez Celman (9%); San Justo (8%); Tercero Arriba (8%).

La tenencia de la tierra
Si analizamos como se combina la tenencia de la tierra en los departamentos sojeros, con la extensión promedio de las mismas, encontramos lo siguiente (cantidad de EAP y extensión promedio), considerando las formas de tenencia más importantes:

Departamento - Tenencia inicial - Propietario que además Arrienda - Propietario Arrendatario Marcos Juarez 797 (38%) 291 (14%) 642 (31%)
Extensión prom 308 ha 267 ha 507 ha

Río Cuarto 1569(53%) 307(10%) 852(29%)
Extensión prom 407 ha 315 ha 666 ha

Unión 789 (44%) 291 (16%) 608 (34%)
Extensión prom 395 ha 425 ha 648 ha

Río Segundo 537 (38%) 262 (18%) 550 (39%)
Extensión prom 226 ha 298 ha 467 ha

Juarez Celman 446 (46%) 81 (8%) 164 (31%)
Extensión prom 639 ha 581 ha 636 ha

Tercero Arriba 341 (31%) 158 (14%) 402 (36%)
Extensión prom 280 ha 287 ha 483 ha


La expansión de la frontera agropecuaria
A partir de la década del ´70 se ha ido conformando un “nuevo orden agrícola internacional” que ha significado para los países de América latina un modelo de liberalización de la agricultura. Las principales consecuencias de este modelo son: las políticas agrarias se han convertido en una herramienta más de las políticas macroeconómicas; no hay una estrategia de soberanía alimentaria y mucho menos de desarrollo del sector rural. Se ha desprotegido a los medianos y pequeños productores y, sobre todo a las agriculturas campesinas. Al integrarse al mercado agrícola internacionalizado, no se puede competir con los altos subsidios que los países desarrollados brindan a sus agriculturas, sobre todo a las de exportación; se entra con desventaja a una guerra de bajos precios agrícolas internacionales propiciado por las trasnacionales; se produce también una gran dependencia de los insumos externos, lo que eleva enormemente los costos de producción.
Como consecuencia de esto, se desarticula la producción campesina, se propicia la migración y se eleva la pobreza rural. Se provoca una gran destrucción de recursos naturales por la deforestación, por la contaminación de aguas y de suelos. Y se propicia también la pérdida del patrimonio genético de los países y la contaminación de las semillas criollas por el uso de transgénicos. (Quintana y Victor 2005). La lógica de este modelo, entonces, produce la desaparición de numerosos productores agropecuarios y emerge “una agricultura sin agricultores” que desarticula la agricultura familiar de pequeños y medianos productores y campesinos. (Teubal, Domínguez y Sabatino, 2005).
Este modelo se refleja en la Argentina con una transformación en la producción agropecuaria pampeana, de la mano del nuevo paradigma económico y tecnológico. Dicho proceso se consolida en la década del ’90 con un modelo productivo agrícola basado en un paquete tecnológico que permite el desarrollo de un importante complejo agroindustrial.
Según Boy (2005), se identifican los siguientes factores como los que dan forma al cambio productivo:
º El desarrollo de los híbridos
º Cambio productivo hacia productos de exportación, los commodites, en detrimento de productos destinados al mercado interno; y la utilización de este espacio para el posicionamiento de las grandes multinacionales dedicadas a la producción de granos.
º Innovación en transgénicos, es decir semillas de soja RR, tolerantes a aplicaciones del herbicida total de glifosato. La soja RR coincidió con los requerimientos de los commodities.
º La siembra directa reemplaza las técnicas productivas tradicionales por su manejo “conservacionista” del suelo, siendo un procedimiento adecuado para la siembra de transgénicos y para incrementar la productividad.
A estos factores, resultado principalmente de innovaciones tecnológicas, se le suman el incremento en la utilización de fertilizantes de síntesis química, y fundamentalmente, la incorporación de tierras vírgenes o de utilización para rotación de ganadería y agricultura. En términos cuantitativos, el resultado a nivel nacional se traduce, según la comparación de los Censos Agropecuarios Nacionales CNA1988 y CNA 2002 (Domínguez y Sabatino, 2006):
º Incremento de la superficie implantada en un 8,70%
º Aumento del 150% de superficie implantada con soja (en primera y segunda ocupación)
º Disminución del 3,1% de cabezas de ganado bovino entre censo y de aproximadamente el 9,5% considerando la caída desde 1995 (en 1996 comienza la implantación de la soja RR)
º Reducción de la superficie destina a cultivos industriales en un 35,6%
º Reducción de explotaciones agropecuarias (EAPs) en un 20,8%
º Incremento del tamaño medio de las EAPs de 469 ha . a 588 ha ., un 20,4%
Estos cambios tuvieron efectos notables, cambios en la producción y la productividad, llevando a una modificación del paisaje rural, lo cual puede resumirse en: concentración del capital y desplazamiento de los pequeños productores.
El impacto en la relación tierra-capital-trabajo es significativo en la actividad agrícola. En los trópicos, 100 hectáreas dedicadas a la agricultura familiar pueden crear hasta 35 empleos, la soja apenas 1,5. El actual boom en la industria ha creado economías de escala gigantesca y centralizado la explotación. “Los poderosos grupos cerealeros, motivados por las ventajas en la explotación de determinados productos se expanden en toda la zona, a esto hay que agregar la presencia de los grupos petroleros y de cultivos transgénicos, los cuales refuerzan su presencia en toda al cadena de valor, como son los casos de Cargill y ADM que controlan el 65% del mercado mundial de cereales y Monsanto y Sygenta que dominan el mercado de productos genéticamente modificados” (Le Monde Diplomatique, Holtz-Gimenez, 2007). El resultado ha sido la expulsión de los pequeños productores agropecuarios, tanto de sus tierras como del mercado. El sur de Brasil, norte de Argentina, Paraguay y el este de Bolivia, región de más de 50 millones de hectáreas se ha la denominado “Republica de la soja” y el desplazamiento es constante.

(Extraído de la Investigación "Organizaciones Campesinas y Acumulación Capitalista. El caso de Córdoba" - Equipo de trabajo de la Facultad de Cs. Ec. - UNC - Ponencia presentada en el II Coloquio de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico. “América Latina: Desafíos y perspectivas para la construcción de una nueva sociedad" - Caracas, Venezuela).


“La lucha es por el derecho a la tierra de quien la posee y por el acceso a la tierra del que no.
Por justicia, Educación, Soberanía Alimentaria y por las garantías de poder desempeñar una vida digna en respeto con y en el medio ambiente”
(Comunicado de prensa del Movimiento Campesino de Córdoba, Alta Gracia, 16 de septiembre de 2006)

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